Había una vez un gallo llamado Tito que sabía hacer de todo un poco: picoteaba granos, cantaba al amanecer, cavaba la tierra y hasta intentaba construir nidos como las gallinas. Era muy trabajador, pero nunca terminaba de destacar en nada.
Un día, mientras paseaba por el bosque, encontró a un viejo zorro llamado Rufo. Rufo era un experto relojero, podía arreglar cualquier reloj con precisión milimétrica. Tito se burló y dijo:
—Rufo, ¡sólo sabes arreglar relojes! Yo, en cambio, hago muchas cosas.
Rufo sonrió y le respondió:
—Interesante, Tito. Dime, si tuvieras que hacer un reloj que funcione perfectamente, ¿lo lograrías?
Tito se quedó pensativo y tuvo que admitir que no sabía ni por dónde empezar. Mientras tanto, Rufo tomó un reloj roto y, con gran precisión, lo arregló en unos minutos. Un comerciante que pasaba por ahí le pagó generosamente por su trabajo.
—La especialización me ha permitido ser reconocido y vivir bien —explicó Rufo—. Al enfocarme en una habilidad, puedo hacerla mejor que nadie.
Tito aprendió la lección y, en lugar de hacer muchas cosas a medias, decidió enfocarse en algo que realmente le apasionara.
*Preguntas Reflexivas:*
1. ¿Qué ventajas tuvo Rufo al especializarse en arreglar relojes?
2. ¿Por qué crees que Tito no lograba destacar en ninguna actividad?
3. ¿Conoces a alguien que sea muy bueno en algo por haberlo practicado mucho?
4. Si tuvieras que elegir una habilidad para desarrollar a nivel experto, ¿cual sería y por qué?